Ir al contenido principal

El vacío y el cosmo

  Cuando un ser querido se nos va, hay diferentes formas de que podamos aceptarlo. 

Con la cabeza puedes jugar, la entretienes, la cambias de gorra, la estimulas con el deporte, con teorías interesantes sobre cualquier cosa.

Pero con el bocado del estómago, qué podemos hacer, esperar a que baje la inflamación, esperar a que ese hueco pueda llenarse de olvido, embaucando a los que amas con reclamo para no sentir la soledad tan grande que se queda.

Entonces te planteas el todo y te planteas la nada. Asumir, seguir, respirar, comer. Con el tiempo, volver a ilusionarte, volver a sonreír sin teatro, seguir y seguir avanzando en esta línea del tiempo llamada vida, por los que te quieren y sí, también por ti porque realmente, muy pocas personas quieren a la hora de la verdad, morirse. 

Educada en colegios católicos, en valores cristianos que yo misma he promulgado; De familia de brujas, con historias fantásticas que más de una vez protagonicé y que me hicieron enloquecer por no comprender el porqué ocurrían...

Hoy día, en qué puedes creer... Qué tipo de creencias tienes ahora. 

En qué punto se enlaza la física con la fe y la fe con la realidad de la ausencia. ¿Es necesario, a cierta altura de esa línea del tiempo, entender la existencia como parte puramente científica? 

Lo cierto es que los grandes científicos como Spinoza y su discípulo en este aspecto, Einstein, entendían la idea de dios por el propio misterio en sí del universo, no como un dios personal, sino como responsable del arbitrio de todo lo que existe tan bello, tan inalcanzable, tan infinito.

Y entonces en este siglo, a mayor información, ¿más desconocimiento?, ¿mayor necesidad de fe o mayor pérdida de ella?

Comprender con cerebro humano proporciones cósmicas, ¿es posible?, ¿queremos?, ¿podríamos soportarlo? 




Comentarios

Entradas populares de este blog

Los corazones divididos

CORAZONES SEPARACIÓN ADIÓS MUNDO    En las tardes de Marián, los diablillos jugueteaban por el aire, haciendo bucles imposibles y regodeándose de su escandalosa libertad. Marián los seguía con la mirada mientras su mente se había perdido buscando el porqué del olor del viento. En aquel lugar, entre la playa y el pueblo, la nariz agudizaba su ingenio descubriendo sutiles pinos de mar y el dulce chocolate que nadie entendía de dónde venía. Y mientras, sus dedos al sur, a través de la ventana, señalaban un horizonte verdiblanco imposible, al lado opuesto mezclaba rojos y azules, rellenando de cruces y corazones el pecho. Había plantado una semilla, cerca de la misma ventana, semilla que brotaría mientras ella estuviera en la parte verde de su pecho. Así, permanecería viva en la roja durante su ausencia. Era difícil marchar, tanto como regresar. Los corazones divididos bailan a compás de un piano desorientado en disfonías que, Marián, sabía afinar y entonar, de la única ma...

FILTROS

FILTROS AMOR HERIDAS  Acomodada en el viejo sofá de campo, con las uñas llenas de tierra y las rodillas astilladas, espero paciente bajo el tic tac del reloj, que esta lágrima desnuda baje, se pierda limpiando el sudor de mis arrugas, caiga y cultive la flor que ha de sanar la vieja cicatriz. Quién elige los filtros que ponemos a nuestros ojos y quién los que ponemos a nuestras expectativas. «Hasta la muñeca de amor y hasta el hombro de dinero, cariño» … Viene desde las abuelas o viene desde la primera herida… ¿Pueden las heridas, las incisivas que se reabren una y otra vez, amortizarse en una vida adaptada a ellas? ¿Son las que, a su vez, nos hacen ser lo fuerte que somos? ¿Es posible que sea tan profunda que tu mundo se cierre a una sola idea, colocada en el fondo de ella, y cada paso que plantes, sea destinado a subsanarla? Los filtros de la felicidad, así como los de la tristeza son los filtros que tú mismo has creado, pacientemente, decididamente. Los encajes cosidos al yelmo,...

Entre tú y mi reflejo

  Entre tú y mi reflejo A medida que la edad avanza, deberíamos ser más tolerantes ya que a su vez, somos personas con mayor experiencia y, debido también a nuestros propios errores, podemos ser capaces de entender y aceptar algo más a los demás, a menos que, claro, seamos demasiado soberbios. Pero si fuéramos nobles, si fuéramos capaces de llegar a ese punto de madurez donde conciliar que la forma de ser de los otros puede ser distinta a la nuestra y, a su vez, tolerarlo y respetarlo, dónde está el punto entre comprensión o tolerancia, y justificación o autoengaño. Resulta que el amor puede hacerte libre; y pongo un ejemplo: en mis peores momentos vitales, lo único que me ha sacado de ellos ha sido el amor propio y el amor a mis familiares. Pero también puede llegar a angustiarte en ese sentido, pues ¿acaso justificamos a los demás para excusar nuestros inasumibles errores? ¿Excusamos la desobediencia de un hijo porque está en una edad complicada o asumimos que hemos sido demasiad...