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Infortunios

ÉCHALO A SUERTE

LA FORTUNA

ENTROPÍA



¿Somos demasiado insignificantes como para sentirnos afortunados, o no?

En un universo donde somos un absoluto Nada y un absoluto Todo, la relatividad nos lleva a, desde esa misma consciencia, pensar: ¿se puede ser afortunado en un mundo gobernado por la entropía?,  el desorden es parte del todo, por lo que , ¿puedo sentirme afortunado o desafortunado en medio del propio caos?

Puede ser que mires adentro, y hables contigo mismo y digas, pues vaya que sí, soy un tío super suertudo, salud, dinero y amor... O bien perder el carisma y decir un "no somos nadie..."

Somos conciencias en medio de un nada o un todo, con leyes que se nos escapan, y aún así queremos sentirnos importantes, siendo una minúscula parte de sentido de este espacio que no deja de expandirse y contraerse, a la vez, siendo y habiendo sido, empezando, pero también terminando. 

Pero esto a nosotros nos da igual. Tomaba una copa hace un momento pensando: "lo dejo todo, mi familia, mi vida, me voy.  Pero me voy sola, deseo esa soledad, ese descubrimiento de lo que existe, sola, sentir liberación, atracción, expansión; Sin más opiniones que la propia observación, sin más compañía que el observador, ya sea el cielo, ya sea el aldeano que te explica porqué pusieron el nombre de su abuela a la calle..."

 Pero realmente esto es un infortunio, y la guasa es que hasta los propios infortunios son un acierto en sí mismos.

No puedo alejarme de mi familia, no sin la certeza de volver a encontrarlos, no con un "a fondo perdido", idea crucial para vivir realmente sin ligaduras emocionales el viaje, el camino.

Y por ello, la jodienda,  qué infortunio tan maravilloso el querer y no poder por amor, que  no por infinitivos, como responsabilizarse, deber, obligarse...

No marcharé (solo sin viaje de vuelta), aunque la aventura me llame a ello, no lo haré. 

He perdido muchos caminos, variantes , aventuras que te iluminan los ojos, que te aceleran el pulso, por sentir esos infinitivos. Sin embargo ahora, consciente más que nunca de lo insignificante que soy,  siento la importancia del descubrir, pero con  regreso, sin obligaciones ni imperativos, a lo que en esta consciencia importa, afortunadamente, inconsciente.



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