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Wabi Sabi

 

Wabi Sabi

La belleza de la imperfección

La belleza de lo pasajero





Queremos creer.

Hay quien opina que todo el mundo es oscuro y que es mejor malpensar para prevenir. Sin duda, y a la historia inevitablemente hay que remitirse, el ser humano puede ser un héroe, pero también un villano.

Las motivaciones que lleven a una u otra esencia trasladan al debate del egoísmo humano que conlleva realizar malas y buenas acciones, porque realmente, habría que plantearse qué satisfacción conlleva hacer una u otra según la calidad humana, y en caso de que esa satisfacción provenga de realizar las buenas, qué hay de malo en ello.

Y con todo, sabemos la necesidad de creer en alguien que nos cuide. Leo mucha psicología donde se motiva constantemente al no depender de nadie, al cuídate tú mismo… Incluso con todo el mindfulness empoderante, el ser humano lucha ante su propia naturaleza, por dejar de buscar un guía, un credo.

Desde la virgen María, Jesucristo, Mahoma o Buddha, los creyentes consagran su vida a sus preceptos y los que menos, admiran su figura y entienden que seguir dicho patrón es una forma de camino, por la importancia de la estabilidad en él mismo y el valor que le damos a lo permanente en nuestras vidas.

Sin embargo, hay quienes hemos descubierto el Wabi Sabi. La aventura de la inestabilidad, lo bello de lo imperfecto, la magia de lo diferente.

Qué hermoso es vivir bajo incertidumbre cuando dejas de tenerle miedo. Todo se agudiza y vive de forma más plena. Cuando no tienes seguridad en tu trabajo asusta, pero también es un reto; cuando tu pareja no es lo que esperabas por el prototipo que no sabías que tenías y descubres que a pesar de ser otra cosa, precisamente eso es lo que ahora más te gusta y hace que la relación sea especial; la belleza de una piel naturalmente envejecida, unas manos suaves de abuela o las cejas unidas de un bebé adorable.

La belleza de lo puro, el reto de la incertidumbre y , con ella de la mano, el camino, la guía, la capacidad de la soledad y el foco, la hermosura de la compañía elegida.

¿Necesitas tú una mano pegada a la tuya, la tomas sólo en pequeños baches del camino, prefieres ir suelto y ver en tu recorrido compañía pasajera, o prefieres lo eterno?

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