CONTAR LA VERDAD
LA IGNORANCIA ES MUY ATREVIDA
QUERER SER
"No corras tanto, que todo llega", solía decirme mi madre. "No quieras saber tanto niña"...
Cuesta hablar, cuesta comprobar que lo que te ocurre ha ocurrido miles de veces y que además, como a ti, todo esto está pasando factura a unos y otros, de una y otra manera.
Sé que muchos lloran a diario, sé que muchos han dejado de dormir seguido y que el modo aprensivo y susceptible es la tendencia ahora. Otros se han vuelto más fríos, menos vulnerables, están más ajados y desconfiados.
Cuesta entrar en el bucle de la rutina y cuesta ser ignorante cuando en algún momento ya te desmarcaste.
¿Interesa desmarcarse? Es decir, si tuvieras todo el conocimiento sobre la existencia, ¿crees que sabrías qué hacer con él, sabrías utilizarlo, serviría para algo?... ¿te daría la felicidad ser la oveja negra que no puede ya seguir a la manada? ¿No es más feliz el que ignora?
Quizás, cuando nacimos en cuerpos tridimensionalmente humanos, debieron explicarnos que nunca terminaríamos de entender el porqué de las cosas, porque es imposible sin más, nuestro límite está genéticamente acotado, calculado, no vas a llegar a más de lo que los grandes genios llegaron, y tampoco ellos pudieron comprender todos los motivos que hacen que tú y yo estemos ahora aquí, en este momento.
Deberían también haber añadido, que precisamente esa limitación, es la que hace que el impulso vital sea característica intrínseca (en cualquier mente sana) humana, porque realmente el hombre siempre está buscando, y esa batalla es guerra perdida, porque por mucho que lo haga, nunca encontrará todas las respuestas.
Por todo, esta salida y entrada al bucle, ¿no será lo que llamamos ansiedad, vacío existencial, crisis vital? ¿Y es que acaso siempre hay una pandemia, un conflicto o un motivo cada día que te pueda llevar a tal bloqueo?
Entonces, ¿a mayor sabiduría, mayor infelicidad? Dónde está el punto neutro entre el poder del conocimiento y la muerte del guerrero. De qué vale ser el mejor en algo si nada va a lograr llenar a ese Yo que sigue y sigue buscando y que no ahoga esa astucia.
¿Sabremos escribir nuestra propia letra pequeña para aprender cuándo parar?
Comentarios
Publicar un comentario